El
amor es la expresión de los propios valores, la mayor recompensa que puedes
ganar por las cualidades morales que has logrado en tu carácter y tu persona,
el precio emocional que paga un hombre por la alegría que recibe de las
virtudes de otro.
Sólo
un egoísta racional, un hombre de autoestima, es capaz de amar – porque él es
el único hombre capaz de mantener valores firmes, consistentes, sin
concesiones, sin traiciones. El hombre que no se valora a sí mismo no puede
valorar nada o a nadie.
Para decir "Yo te quiero", primero uno tiene
que saber cómo decir el "Yo".
Igual que no puede haber riqueza sin causa, no puede haber amor sin causa,
o ningún tipo de emoción sin causa. Una emoción es una respuesta a un hecho de
la realidad, una estimativa dictada por tus criterios.
Amar
es valorar. El hombre que te dice que es posible valorar sin valores,
amar a los que consideras que no tienen valor, es el hombre que te dice que es
posible hacerse rico consumiendo sin producir y que el dinero de papel es tan
valioso como el oro.
El amor romántico, en el pleno sentido del término, es una emoción posible solamente para el hombre (o la mujer) de autoestima inquebrantable. Tal hombre (o mujer) es incapaz de sentir un deseo sexual divorciado de valores espirituales.
Para
un hombre racional, el sexo es una expresión de autoestima – una celebración de
sí mismo y de la existencia.
Sólo
el hombre que ensalza la pureza de un amor sin deseo es capaz de la bajeza de
un deseo sin amor.
Honestidad
es el reconocimiento del hecho que lo irreal es irreal y no puede tener valor,
que ni amor ni fama ni dinero son un valor si se obtienen por fraude.
El hombre que se desprecia a sí mismo trata de obtener autoestima a través de aventuras sexuales – lo que no es posible, porque el sexo es, no la causa, sino un efecto y una expresión del sentido del hombre de su propio valor.