El New York Times abrió con esta noticia hoy:
El gobierno tiene previsto anunciar . . . que tres cuartas partes del petróleo
procedente del escape de Deepwater Horizon
ya se ha evaporado o dispersado,
ha sido capturada o de alguna forma eliminada,
y que la mayor parte del resto
está en forma tan diluída que no parece
presentar ningún riesgo considerable.
Ahí lo tenemos, el peor desastre ambiental de la historia. Pero aún queda otro desastre
en el Golfo de México – un desastre hecho por el hombre, o más concretamente,
un desastre hecho por el gobierno. El
desastre en el Golfo es la reacción del gobierno al derrame de petróleo,
reacción que consistió en cerrar, por prevención, las dos principales
industrias del Golfo de México: la pesca y la exploración petrolera.
El New York
Times escribe:
Los tests con peces han mostrado pocas razones
para tener que preocuparse hasta
ahora, y las áreas de pesca en el golfo se están
reabriendo a un ritmo acelerado.
Llegó
un momento en que el gobierno había cerrado
el 36% de las aguas federales
en el golfo a la pesca, pero esa cifra se ha
reducido al 24 por ciento y se espera que
siga bajando en las próximas semanas.
Los
ingenuos pueden haber asumido que si la actividad pesquera del Golfo fue cerrada, eso se hizo porque había evidencia concreta de que productos del mar estaban
afectados por el petróleo. Pero resulta que el gobierno de Obama trató a los mariscos
del Golfo como hizo con Shirley Sherrod: asume que están contaminados y
prohíbelos, y más tarde mira la evidencia.
Y ahora el gobierno está empezando a hablar de
suprimir la moratoria a la extracción de petróleo mar adentro, aproximadamente
un mes después de que haberse tomado la prohibición tan en serio que desafiaron
el fallo de un juez llamándolo "arbitrario y caprichoso". Bueno, pues
no importa, entonces.
El "no-desastre" en el Golfo era previsible. El pasado
junio, miré algunos de los hechos y números y llegué a esta conclusión:
Las mejores estimativas del volumen del derrame de
petróleo es que la lanzará unos
100 millones de galones de petróleo en el Golfo
de México, una masa de agua que
contiene 643 billones de galones de agua. Así que
el petróleo derramado por BP,
si se diluyera de manera uniforme, mediría sólo unas
cuantas partes por mil
millones, una cantidad virtualmente inapreciable. Por
supuesto, ese petróleo no
será diluído uniformemente. Llegará en
concentraciones perjudiciales a algunas
áreas de la costa y a algunos caladeros
del Golfo. Pero la historia de derrames
Así que,
tan grave como esto es para los de la Costa del Golfo, es una crisis temporal
y
regional.
Hay sólo dos correcciones que hacer a la luz de la
evidencia surgida posteriormente. Según las últimas cifras,
el derrame de petróleo fue mayor, unos 200 millones de galones, pero el daño causado
fue mucho menor, sin manchas gigantes en las playas de la nación y sin daños
aparentes a las zonas de pesca.
Si este es el peor derrame de petróleo de la
historia, entonces por supuesto vamos adelante con más perforaciones, porque
ahora le hemos visto la cara a lo peor, y no es tan malo.
Pero hasta ahora nadie ha llegado a la conclusión
más importante derivada de este incidente. No fue el
derrame de petróleo lo que perjudicó a la economía del Golfo. Fue la
intervención gubernamental – y sólo la intervención gubernamental – la que lo
hizo.
Que no iba a haber ningún horrible desastre
ambiental era predecible – a menos que
uno se aferrara a los dos principios centrales de la administración Obama. El
primero de esos principios es el dogma de la Nueva Izquierda del ambientalismo,
un pertinaz prejuicio anti-industrial que considera a los pozos de petróleo
culpables hasta que se demuestre su inocencia. El segundo
principio es el dogma de la Vieja Izquierda de que la más vigorosa coerción
gubernamental es la solución a todos los problemas.
La coerción del gobierno fue la respuesta de Obama
al derrame desde los primeros momentos. La primera respuesta de este gobierno fue enviar
equipos de abogados y lanzar un montón de requerimientos judiciales. (Como un experto de la industria del petróleo ironizó,
"si uno pudiera controlar un derrame de petróleo con abogados y escritores
de leyes, firmando papeles y consiguiendo mandatos judiciales... entonces tal
vez el gobierno de EE.UU. podría hacer algo".) Le quitaron a BP unos 20
mil millones dólares como fondo de riesgo, el cual se convertirá en una gigante
fosa de fraude y corrupción, ahora que parece que no habrá $20 mil millones en
daños y perjuicios. Amenazaron con aplicar el látigo del gobierno
alternativamente a los cuellos de las personas o a sus traseros. Y de hecho
azotaron a los productores de petróleo y a los pescadores del Golfo, cerrándolos sin ninguna razón.
Es este frenesí de coerción lo que será la
principal causa de daños económicos a la región del Golfo. El Gran Gobierno resulta ser el verdadero desastre.