En acrónimo PIGS no es nuevo, pero su relevancia mundial sí lo es.
Portugal, Irlanda, Grecia y España son países que
tuvieron un crecimiento dramático (incluso en sus niveles de empleo) desde que
se incorporaron a la zona del Euro, en gran parte debido a la inversión
extranjera. Pero después de una luna de miel inicial, algo empezó a funcionar
mal. Irlanda, que hoy está compitiendo con Italia por la letra "I", fue
el primer país de la zona del Euro que en el 2008 entró en recesión como
resultado de la crisis global, y los otros pronto siguieron. Hoy, todos
ellos están al borde de la quiebra – algunos, como Grecia, sufriendo incluso de
violencia en las calles – y pueden convertirse en los iniciadores del efecto
dominó que el resto del mundo está temiendo.
Los que hace menos de una década llegaron a ser países modelo, "volando
alto", están ahora en la cola del crecimiento mundial según
el FMI. Pero aunque los detalles y datos macroeconómicos de cada uno de estos
países varíen, sus problemas tienen una causa común: la intervención del
gobierno en la economía.
La mayoría de la gente está dándose cuenta de que
los culpables de la crisis no son banqueros avariciosos ni especuladores
inmobiliarios, como han querido hacernos creer. El hombre de la calle está
finalmente reconociendo que los causantes de todas las crisis son los gobiernos, al
impedir que los mercados funcionen libremente y se autoregulen, sea la crisis actual, las crisis latinoamericanas del pasado, o la famosa crisis asiática, la primera de nuestra era de globalización.
La forma propuesta para resolver el problema es que los países menos culpables "socorran"
a los más irresponsables – evadiendo el hecho de que eso sólo los hunde más a todos. Mientras tanto, los
políticos de algunas economías, como la española, usan la crisis como excusa para aumentar los controles del Estado, acudiendo a "soluciones" que consisten en aumentar los
impuestos – lo equivalente a inyectarle más veneno a un paciente envenenado. Ayn Rand,
la famosa autora de El Manantial y La Rebelión de
Atlas, previó exactamente esta situación hace más de 35 años:
"Uno de los métodos usados por los colectivistas para
destruir el capitalismo
consiste en establecer controles que atan a una
industria de pies y manos,
haciéndola incapaz de resolver sus problemas, y
luego declarar que la
libertad ha fracasado y que mayores controles son
necesarios".
Estaba claro que esta situación se produciría tarde o
temprano. Cuando aceptamos principios irracionales como el altruismo estamos aceptando que el Estado manipule nuestras vidas basado en ellos, y es obvio
cuál va a ser el resultado. Pero el
libre mercado no causa recesiones; el capitalismo puro, el capitalismo "laissez-faire"
– es decir, la total separación entre Estado y Economía – tiene implícito un
mecanismo auto-regulador que no permite que las malas decisiones de unos
arrastren a los otros. La historia demuestra que sólo las intervenciones del
gobierno causan recesiones y crisis como la que estamos sufriendo.
Las pocilgas – los mal llamados "Estados del
Bienestar" – son ambientes apropiados para los cerdos; las personas
responsables, libres, independientes, las personas creativas y productivas no aceptan
vivir como cerdos – como animales a ser sacrificados – sino como seres humanos, y lucharán por la libertad y por un
mundo racional.
Si los cerdos consiguen arrastrarnos hasta revolcarnos con ellos en el fango, nos lo merecemos, por permitirlo.
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Domingo
García es economista, y Presidente de Objetivismo Internacional,
una Asociación sin ánimo de lucro dedicada a divulgar las ideas de Ayn Rand en países latinos.