Recuerda que la consciencia del hombre
no es automática, y no es automáticamente correcta. Por lo tanto, para que el
hombre sea capaz de afirmar que cualquier proposición es verdadera, o incluso
posible, él tiene que atenerse a reglas epistemológicas bien definidas, reglas
diseñadas para guiar sus procesos mentales y mantener sus conclusiones en
correspondencia con la realidad. En suma, si el hombre ha de lograr el conocimiento,
debe adherirse a métodos de validación objetivos – es decir, debe rechazar lo
arbitrario. . .
Puesto que una declaración arbitraria no
tiene ninguna relación con los medios de conocimiento del hombre o con su
comprensión de la realidad, cognitivamente hablando tal declaración debe ser
tratada como si nada se hubiese dicho.
Voy a elaborar este punto. Una afirmación arbitraria no tiene valor cognitivo
alguno. Según Objetivismo, tal afirmación no debe ser considerada ni como
verdadera ni como falsa. Si es arbitraria, ella no puede ser objeto de ninguna
evaluación epistemológica en absoluto; simplemente tiene que ser descartada
como si nunca hubiese existido. . . . Lo verdadero se establece por referencia
a un conjunto de evidencias y dentro de un contexto; lo falso se proclama falso
porque contradice la evidencia. Lo arbitrario, sin embargo, no tiene ninguna relación con la evidencia, los hechos,
o el contexto. Es el equivalente humano a [los ruidos producidos por] un loro.
. . sonidos sin ningún vínculo con la realidad, sin contenido ni significado.
En cierto sentido, por lo tanto, lo arbitrario es aún peor que lo falso. Lo
falso, al menos, tiene una relación (aunque sea negativa) con la realidad; ha entrado
en el ámbito de la cognición humana, aunque represente un error – pero en ese
sentido está más próximo a la realidad que lo descaradamente arbitrario.
Quiero indicar aquí, haciendo un paréntesis,
que las palabras que expresan una
afirmación arbitraria tal vez puedan ser juzgadas como verdaderas o falsas en
algún otro contexto cognitivo (siempre y cuando ya no sean presentadas como lo
arbitrario), pero esto es irrelevante para la cuestión que nos ocupa, porque
cambia la situación epistemológica. Por ejemplo, si un salvaje dice "Dos y
dos son cuatro" como una lección memorizada que él no entiende y por la cual
no ve ninguna razón, entonces en ese contexto es arbitraria y el salvaje no ha
dicho ni una verdad ni una falsedad (es exactamente igual que el ejemplo del
loro). En este tipo de situación, lo que se ha dicho han sido sólo sonidos; en
un contexto cognitivo, cuando quien habla conoce el significado y las razones,
los mismos sonidos pueden ser utilizados para pronunciar una proposición verdadera.
Es inexacto describir esta situación diciendo: "La misma idea es arbitraria
en un caso y verdadera en otro". La descripción exacta sería: en un caso
la palabrería no expresa ninguna idea en absoluto, es meramente un ruido desconectado
de la realidad; para el hombre racional, las palabras sí expresan una idea: son
símbolos conceptuales denotando hechos específicos.
No es tu responsabilidad refutar la afirmación
arbitraria de alguien – de tratar de encontrar o imaginar argumentos que
demuestren que su afirmación es falsa. Es un craso error por tu parte incluso
intentar hacerlo. El procedimiento racional con respecto a una afirmación
arbitraria es descartarla completamente desde el principio, simplemente
identificándola como arbitraria, y como tal, inadmisible y no apta a ser comentada.
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La objetividad comienza con la comprensión de que el
hombre (incluidos cada uno de sus atributos y facultades, incluida su
consciencia) es una entidad de una naturaleza específica que debe actuar en
consecuencia; que no hay escape de la ley de identidad, ni en el universo con
el que trata ni en el funcionamiento de su propia consciencia, y que si él
pretende adquirir conocimiento del primero, tiene que descubrir la manera
correcta de utilizar la segunda; que no cabe lo arbitrario en ninguna
actividad del hombre, y menos aún en su método de conocimiento – y que así como
él ha aprendido a guiarse por criterios objetivos para fabricar sus
herramientas físicas, así también tiene que guiarse por criterios objetivos
para formar sus herramientas de conocimiento: sus conceptos.
Lo "arbitrario" significa una afirmación hecha en la ausencia de evidencia de cualquier tipo, perceptible
o conceptual; su base no es ni la observación directa ni ningún tipo de
argumentación teórica. Una idea arbitraria es una mera afirmación sin ningún
intento de validarla o conectarla a la realidad.
Si un
hombre afirma tal idea, lo haga por error o por ignorancia o por corrupción, su
idea, por ese mero hecho, queda epistemológicamente invalidada. Ella no tiene
ninguna relación con la realidad o con la cognición humana.