Aborto
GLOSARIO
No importa la ridiculez malvada de afirmar que un
embrión tiene un "derecho a la vida". Un pedazo de protoplasma no
tiene derechos – y no tiene vida en el sentido humano de la palabra. Uno puede
discutir sobre las avanzadas etapas del embarazo, pero la cuestión esencial atañe
sólo a los tres primeros meses. Equiparar algo potencial con algo real
es malvado; abogar por el sacrificio del segundo al primero, es abominable. . .
. Observad que al atribuirle derechos a los no nacidos, es decir, a los no-vivos,
los antiabortistas destruyen los derechos de los vivos: el derecho de los
jóvenes a determinar el curso de sus propias vidas. La tarea de criar un hijo
es una enorme responsabilidad que dura toda la vida, y que nadie debe emprender
de forma irresponsable o contra su voluntad. La procreación no es un deber: los
seres humanos no son animales de cría en una granja. Para las personas responsables,
un embarazo indeseado es un desastre; el oponerse a terminarlo es propugnar el sacrificio,
no en beneficio de nadie, sino por la miseria como fin en sí misma, por el
objetivo de prohibirles la felicidad y la realización a seres humanos vivos.
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Si alguno de vosotros está confundido o seducido por
el argumento de que las células de un embrión son células humanas vivas, recordad
que también lo son todas las otras células de tu cuerpo, incluyendo las células
de tu piel, tus amígdalas, o tu apéndice infectado – y que cortarlos es un
asesinato, de acuerdo con las nociones de esa ley propuesta. Recordad también
que una potencialidad que no es lo mismo
que una realidad – y que la vida de un ser humano comienza cuando nace.
La cuestión del aborto implica mucho más que la
terminación de un embarazo: es una cuestión de la vida entera de los padres.
Como he dicho antes, la paternidad es una enorme responsabilidad; es una
responsabilidad imposible para jóvenes
que son ambiciosos y están luchando, pero que son pobres; sobre todo si son
inteligentes y suficientemente responsables como para no abandonar a su hijo en
algún umbral ni darlo a la adopción. Para estos jóvenes, el embarazo es una
sentencia de muerte: la paternidad les obligaría a renunciar a su futuro, y los
condenaría a una vida de trabajo penoso y desolador, de esclavitud a las
necesidades físicas y financieras de un niño. La situación de una madre
soltera, abandonada por su amante, es aún peor.
No consigo realmente imaginar el estado mental de
una persona que deseara condenar a otro ser humano a dicho horror. No puedo
concebir el grado de odio que es necesario para hacer que esas mujeres vayan
por ahí haciendo cruzadas contra el aborto. Odio es lo que revelan, desde
luego, no amor por los embriones, que es algo absurdo que nadie podría sentir, sino
odio, un odio virulento por un objeto sin nombre. A juzgar por el grado de
intensidad de esas mujeres, yo diría que es cuestión de autoestima y que su
miedo es metafísico. Su odio está dirigido contra seres humanos como tales, contra
la mente, contra la razón, contra la ambición, contra el éxito, contra del
amor, contra cualquier valor que le traiga felicidad a la vida humana. Y para
reflejar la deshonestidad que domina el campo intelectual de hoy, se auto-denominan
"pro-vida."
¿Con qué derecho puede alguien proclamar el poder disponer
de las vidas de otros y de decretar sus decisiones personales?
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Una definición apropiada,
filosóficamente válida, de hombre como "un animal racional", no
permitiría que nadie le atribuyera la condición de "persona" a unas
pocas células humanas.
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La capacidad de procrear no
es más que un potencial, que el hombre no está obligado a realizar. La decisión
de tener o no tener hijos es moralmente opcional. La naturaleza dota al hombre con
una gama de posibilidades – y es su mente la que debe decidir qué capacidades él
opta por ejercer, de acuerdo con su propia jerarquía de objetivos y valores racionales.
El mero hecho de que el hombre tenga la capacidad
de matar no quiere decir que sea su deber convertirse en un asesino; de la
misma manera, el mero hecho de que el hombre tenga la capacidad de procrear, no
quiere decir que sea su deber cometer suicidio espiritual haciendo que su
objetivo principal sea la procreación y convirtiéndose a sí mismo en un animal de
cría. . . .
Para un animal, la cría de
sus pequeños es cuestión de ciclos temporales. Para el hombre, es una
responsabilidad para toda la vida – una seria responsabilidad que no debe asumirse
sin causa, sin pensar, o por accidente.
Con relación a los aspectos morales del control de
la natalidad, el derecho primario en cuestión no es el "derecho" de
un niño aún no-nacido, ni de la familia, ni de la sociedad, ni de Dios. El
derecho primario es uno que – en el clamor público de hoy sobre el tema – pocas
voces han tenido el valor de defender: el derecho del hombre y la mujer a su
propia vida y felicidad – el derecho a no ser tratados como medios para
cualquier otro fin.
El aborto es un derecho moral – que debe dejarse a
criterio exclusivo de la mujer afectada; moralmente, nada aparte de su deseo en este
asunto debe ser considerado. ¿Quién podría razonablemente tener derecho a imponerle
lo que debe hacer con las funciones de su propio cuerpo?
Un embrión no tiene derechos. Los derechos no pertenecen
a un ser potencial, sino sólo a un
ser real. Un bebé no puede adquirir
ningún derecho hasta que nace. Los que viven tienen precedencia sobre los que
aún no viven (o los no nacidos).