En la
brillante novela La Rebelión de Atlas,
empresarios creativos son asediados por enemigos empeñados en destruirlos
para apoderarse de lo que aquellos habían producido. Entre los muchos logros de
este best-seller de Ayn Rand está su
original y magnífica defensa moral de los empresarios, de los hombres de
negocios – de todos los que crean las ideas, los productos y la enorme riqueza
que mejora nuestras vidas.
Iron
Man 2 también empieza con la defensa de los hombres de negocios. El
multimillonario Tony Stark está prestando
declaración ante el Senado de los EE.UU. para defender por qué debería mantener
la propiedad del traje de Iron Man que él ha inventado (pero no para que le agradezcan
el haber liberado al mundo de la guerra, como había hecho seis meses en la
primera película de la serie). Mientras que la mayoría de las películas por
desgracia exaltan la abnegación del altruismo como algo noble, Iron Man 2 no. En
respuesta a las exigencias que le hacen, Stark dice:
"¿Queréis mi propiedad? No podéis tenerla. Pero os he hecho un gran favor: he conseguido privatizar la paz mundial. Entregar
el traje de Iron Man sería
entregarme a mí mismo, lo que equivaldría a una vil
servidumbre".
Esta defensa del individuo,
hecha sin culpa y sin tapujos, es clara y conmovedora.
Y aparte de eso, ¿es una película que valga la pena
ver? Sí, lo es. La trama no es particularmente brillante, pero la película es interesante. Tony
Stark debe superar obstáculos y enemigos serios: el "colectivo" (representado
por el Senado de los EE.UU.), Iván Vanko (que busca venganza),
Justin Hammer (un inepto competidor que quiere sustituir a Stark como el
principal proveedor de armas del ejército), y las limitaciones físicas de la
batería que lleva en su pecho, que a la vez está manteniéndolo vivo y matándolo rápidamente.
Vanko,
un físico ruso cuyo carácter se ha endurecido en la cárcel, quiere que Stark
muera porque cree, equivocadamente, que el padre de Stark le robó a su padre el
invento del reactor de arco que le suministra energía al traje. Vanko
cuidadosamente construye su propia versión de la tecnología del reactor de arco
en forma de extensiones de sus brazos (como si fueran látigos), y ataca a Stark mientras éste compite en la carrera del Circuito de Mónaco; no lo consigue, y es arrestado.
Hammer le ayuda a Vanko a escapar,
y lo contrata para que luche con él contra Stark. La empresa de Hammer no puede replicar el traje de Stark – ni
construir nada parecido que funcione – y quiere que Stark muera y que Vanko le
construya un traje similar. El conflicto entre Stark y Hammer evoca una
situación similar en La Rebelión de Atlas
entre el genial magnate del acero Hank Rearden y su inepto competidor Orren
Boyle. Boyle no puede superar a Rearden en los
negocios, por lo que utiliza enchufes y presión a través de burócratas en
Washington para intentar arruinar a Rearden. Del mismo modo, Hammer no puede superar a Stark, y usa
el poder de otros hombres para intentar destruirlo.
Hammer no cuenta con que Vanko
es más listo que él y no va a honrar su acuerdo de lealtad.
La rabia de Vanko y su odio centrado en Stark no es lo que Hammer esperaba, y Vanko
simplemente se aprovecha del dinero y del laboratorio de Hammer para inventar un
ejército de trajes como los de Iron Man y atacar a Stark. Y mientras todo esto sucede, el gobierno de EE.UU. se
apodera de uno de los trajes de Iron Man de Stark a través de uno de sus
mejores amigos.
Mientras sus enemigos le
atacan, Stark se siente amenazado por lo que se da cuenta que puede ser su muerte inminente:
la defectuosa batería que lleva en el pecho muestra que su tiempo se está
acabando, pero él consigue mantener ese secreto a pesar de sentirse cada vez más
indefenso. Como
cualquier hombre que crea algo magnífico de
lo que está orgulloso, quiere dejarlo en buenas manos, y nombra Presidente de la empresa a Pepper Potts,
su asistente de mucho tiempo, quien se muestra a la
vez sorprendida y honrada.
En reminiscencias de su infancia y de su relación con un padre frío e indiferente,
Stark trata de descubrir alguna idea – algo, cualquier cosa – que le mantenga
con vida. Y como él es realmente un genio de recursos ilimitados,
¿por qué no descubrir la existencia de un nuevo elemento para alimentar la
batería? Se
encierra en su laboratorio y eso es exactamente
lo que consigue.
Al
final, como en todas las historias heroicas buenas, Stark consigue mantener su
propiedad y salvarse de Vanko, de Hammer, del colectivo y de la batería letal. Y lo consigue mediante un compromiso constante con una
actividad esencial: pensar.
Hay partes de Iron Man 2 que
son mediocres, y personajes y sub-tramas que son superfluos. Y cuando finalmente Stark tiene tiempo de besar a Pepper
Potts y mostrar sus sentimientos románticos hacia ella, no hay nada
particularmente heroico ni extraordinario en ello. Sin embargo, esta es una gran película, intrigante y entretenida, con su
brújula moral firmemente fijada – de forma excepcionalmente rara – en favor del
individuo y sus derechos de propiedad, y de la inmensa capacidad de la
mente humana.
Ah ... ... y no hay que salir hasta que todos los
créditos hayan pasado.
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