Para la mayoría de la gente, leer La
Rebelión de Atlas es una experiencia inolvidable. La historia es apasionante, incorporando numerosos misterios e inesperados –
aunque lógicos – giros en la trama. Los personajes son únicos (¿qué otro libro tiene
un filósofo convertido en pirata?) y
la redacción es la más rara de las combinaciones: es a la
vez clara y profunda. Pero, para muchos lectores, Atlas es aún más: les cambia la vida.
Cincuenta años después de su
publicación, ¿cómo puede una novela ejercer todavía ese poderoso efecto? Porque, en sus páginas, Ayn Rand te obliga a mirar al
mundo con una nueva perspectiva.
Para dar una idea de su
radicalidad, consideremos que hoy en día es de lo más común pensar que el hombre
bueno es como la Madre Teresa; alguien que desinteresadamente vive para servir
a los demás, y exige que tú hagas lo mismo. El hombre malo es egoísta; persigue sus propios
intereses y exige que sus acciones le beneficien. Cuando un programa de televisión o una película necesita un típico "malo", alguien cuya motivación
no requiera explicación, puedes estar seguro de que un empresario erigiendo un
edificio de oficinas en un terreno arbolado, o una empresa probando una medicina
experimental serán pre-seleccionados. Basta señalar que están buscando un
beneficio para que sean condenados. Más asesinatos en televisión son
cometidos por empresarios que por gangsters y mafiosos.
El conjunto de este punto de
vista, afianzado durante siglos por pensadores tanto religiosos como laicos, es
lo que Atlas desafía. Lo que emerge
de sus páginas es que el hombre moral es, de hecho, verdaderamente egoísta: es alguien
que decide abrazar su propia la vida, decidiendo – de forma intencionada, sistemática
e inexorable – pensar, y tomar las medidas necesarias para su felicidad.
Bajo este enfoque, una
racionalidad excepcional y la producción de riquezas cada vez mayores – el
núcleo de lo que se necesita para tener éxito en los negocios – se convierten
en la esencia de la vida moral.
Hay una escena hacia el
principio de Atlas, en la que el industrial
Hank Rearden recuerda cómo creó un metal superior al acero, una escena que capta
perfectamente la originalidad de la novela al proyectar lo que es la excelencia
moral.
"...las noches pasadas al pie de hornos candentes en el laboratorio
de
investigación de la fábrica . . . las comidas, interrumpidas y abandonadas
por
el repentino chispazo de una nueva idea, una idea que tenía que ser
analizada
inmediatamente, probada, testada, trabajada durante meses,
y desechada como un
fracaso más . . . la única idea mantenida inmutable
durante un lapso de diez años . . . la idea de una aleación de metal que
hiciera más que el
acero había hecho nunca . . . los actos de . . . forzarse
a sí mismo a soportar
la convulsionada tortura de: "...aún
no es suficiente..."
y continuar, continuar sin más motor que la
convicción de que podía ser
hecho – y luego el día en que fue hecho y el
resultado fue llamado
Rearden Metal".
Nadie hasta ahora había
pensado que hombres como Aristóteles, Newton, Edison y Vanderbilt podían ser
ejemplos morales. Pero esta imagen – del hombre solitario en su laboratorio o su
oficina, el hombre que opta por realizar el esfuerzo necesario de pensar y crear
sus valores – esta es la imagen de Atlas
de lo que es un santo moral.
¿Y qué pasa con el arraigado código moral que exige que, en nombre de los
"pobres de espíritu", un hombre como Rearden sacrifique desinteresadamente
su creación, su beneficio y su felicidad en favor de los que no se lo han
ganado?
Todo este código, Atlas declara,
es inmoral. Lo que la lógica de la historia revela es que el objetivo
mismo de ese código es conseguir que el bien se entregue voluntariamente al
mal. Atlas es la historia de la rebelión de hombres
como Rearden, que son los realmente morales, contra un código de moralidad que
condena el egoísmo y exige el sacrificio de los ricos de espíritu a los pobres
de espíritu.
Con la publicación de La Rebelión
de Atlas en 1957, Ayn Rand se convirtió en el más notable de los individuos: un
revolucionario moral. Para cualquiera interesado en ideas, es
un libro que merece ser leído y releído.
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